Una extraña revelación -Parte II-

He aquí otra extraña experiencia. Me encontraba sentado al frente del televisor, el día auguraba rutinariamente normal, sin embargo volví a sentir el mismo arrebatamiento. Llegué a un lugar donde dos niños me llevaron a un sitio oscuro, tenebroso, en el cual se respiraba un aire pesado, contaminado y un viento horripilantemente frío hería mi piel. Los dos niños me pidieron que me sentara, sin embargo, no había un lugar decente para hacerlo, pues aquel sitio estaba lleno de aguas corrompidas, por fortuna hallé una roca, en ella me senté, pero mis pies quedaron sumergidos en aquellas aguas negras, y podía sentir pequeños y desagradables animales que subían por mis piernas y me daban cada vez algunos mordiscos.
-¿Dónde estoy? –pregunté aterrado e impaciente por salir de allí ¿A qué clase de lugar me han traído?
-Éste el corazón y el interior de lo que llaman un ser bondadoso. Así es como te ves tú. Estás a punto de putrefacción –respondió uno de ellos.
Me aterré demasiado, empecé a sentir un asco y una claustrofobia impresionante.
-No entiendo, no entiendo esto, de qué hablan –me quejé. Los niños, entretanto, empezaron a reír maliciosamente, y luego me dijeron:
-Estás podrido de buenas intenciones, apestas a buena fe. Las palabras de aliento que das, tus consejos hieden a la más asquerosa de las pestes. Tu bondad es una blasfemia vital. Tu deseo de escuchar las decadencias ajenas es un espantoso delirio de moribundo.

En ese momento apareció el anciano de la primera visión. Tenía una sonrisa burlona, supongo que le hacía mucha gracia mi sorpresa. Me preguntó que si sabía por qué me habían guiado dos niños en esta visión. Le contesté que no tenía ni idea.
-Eres un estúpido! –Me respondió irritado- Te fijas en la bondad de los niños, cuando en realidad son crueles, egoístas y caprichosos. Así es la naturaleza: malvada y cruel. Esa es la inocencia: herir sin darse cuenta. Pero luego tu maldita moral te ha inculcado el luchar contra tus instintos básicos de crueldad y muerte. He aquí yo te proclamo otra sabiduría: Mira hacia tu lado maldito, hacia tus tinieblas, recupéralas de tu interior, sólo así serás luz e iluminarás con la grandeza. No tiendas la mano, se caprichoso, no repares en las dificultades ajenas, no des a menos que venga una gran recompensa. No prostituyas tus dones, guárdalos sólo para ti, deja que los decadentes mueran y se acaben de perder, sólo así los harás felices.

Luego de ese instante, me empecé a sentir muy mal, demasiado abatido. Me dieron unas ganas infinitas de matar al anciano, de acabar con estas visiones. Sin embargo, el anciano continuó hablando:
-Éstas verdades, son fuego para tu ser, están quemando y purificando tu conciencia. Lo único que deseo mostrarte es que la grandeza está en sacar esa maldad que has enterrado. Si quieres afirmarte en esta tierra descubre tu maldad, lo bajo en ti, el egoísmo, la ira, muéstrales a los demás tu poder. ¿Deseas hacerlo?
Justo en ese instante cedí, el anciano puso sus dos manos en mi cabeza y me hizo recorrer mentalmente imágenes de mi pasado, cosas que ni yo recordaba, el anciano me preparó, me hizo ver fracasos, casos perdidos, desperdicios irremediables de tiempo, decepciones. Después de un largo espacio muy espiritual, se retiró, no sin antes decirme:
-Aún estaré muy pendiente de ti. Sin duda serás grande y elevado, pero necesitas aprender de mi retorcida sabiduría. La próxima vez que te visite serás bautizado, y tendrás un nuevo nombre. Prepárate, y antes de un mes, estaré contigo.

Me desperté, y desde ese momento me siento algo extraño, me estoy cansado de muchas cosas y de mucha gente, empiezo a sentir la rabia…y me muero por conocer cuál será mi nuevo nombre.