Una extraña revelación -Parte III- El bautizo.

Siempre he tenido el mismo sueño repetido, en tiempos de ansiedad siempre la veo. Es un sueño donde me aparece un paisaje hermoso, un paisaje otoñal, todo adornado de hojas violetas, naranjas, rosadas, colores intensos, y yo estoy vestido todo de negro, no puedo ver mi rostro, aunque veo mis ropas y ella siempre está allí. Es una mujer de cabello castaño, largo, impresionantes ojos verdes y cuerpo menudito, siempre se acerca y me da un extenso y apasionado beso. Se que ella es la mujer de mi vida, o mejor de mis sueños… la he esperado tanto que nunca creo que vaya a llegar, será una ficción de mil mujeres que mi inconsciente acomoda como una sola mujer perfecta.

El día de ayer recibí la visión del anciano. Ha pasado un mes desde su última visita y conforme me lo dijo he estado en un proceso de enfriar mi corazón, de protegerlo con sucesivas capas de hastío y rencor, que me permitan defenderme en un mundo hostil. La aparición fue así: yo estaba vestido con un traje de color café, totalmente largo, y alrededor había una gran multitud que me rodeaba formando un círculo. Y he aquí que el anciano me ha dicho que ha observado mi preparación, y que está satisfecho, que el dejar de ser un ser bondadoso ha hecho que brille más, que sea más atrayente para el destino. Me ha preguntado si estoy listo para ser bautizado. Le he respondido que tengo una duda: Dios, o la trascendencia, si era que tal cosa existía.

-Te preguntas por Dios, pues es él quien me ha enviado. Tienes una disputa de largo tiempo con él. Pues te ha quitado siempre lo que te ha dado. Tu enemistad ha sido grande con él de un tiempo para acá. Es por que has creído en quien no debes creer. Me ha enviado el dios cósmico, el dios universal, de ninguna manera el dios hombre que has estado alabando desde pequeño. El dios cósmico te ha retado a conocerle, pero para ello debes despojarte de cuantas cosas has creído en las religiones que has aprendido y sus métodos. Su nombre es LO QUE NOS RODEA.

Se me hizo impresionante su revelación. Es un dios cósmico, no un dios humano. Es un universo… algo así. Le pregunté por cuál sería el compromiso que adquiriría con mi bautizo.
- Serás el signo de contradicción –me respondió la multitud-.
- Serás profeta de LO QUE NOS RODEA. Has intuido bien, tu misión es espiritual. Pero no serás como los profetas de las ideologías religiosas, tu sabiduría será retorcida, compleja, absurda, corrompida, violenta. Levantarás olas de sangre, dividirás mares, saldrán serpientes de tus manos. Que no esperen palabras bellas, tu desespero y ansiedad harán que tus palabras sean puñales para los demás –agregó el anciano-.
- No estoy preparado –le contesté-. De dónde saldrán las palabras. No soy bueno hablando, y más aún, no se qué hablar. Ni yo mismo entiendo tu sabiduría, no se si esté bien.
- No hay bien –respondió a una la multitud que formaba un círculo en torno a mí-. Las cosas son. Las cosas no son –continuó la multitud.
- Te enseñaré y pondré las palabras en tu boca, la abrirás y hablarás, la cerrarás y callarás -agregó el anciano-

Sentía algo tremendo en mí ser. Como la furia de todos los océanos juntos, como el deseo reprimido que intentaba liberarse. Como si mi sexualidad estuviera siendo contenida por mil diques y se estuviera liberando. Sabía que de allí provenía la potencia. Mi corazón trepidaba, rugía, empezaba a sentirme poderoso. Nadie sabía de ello. Nadie, esto iba a ser tremendo. Empecé a entender que toda esa bondad cultural, me había dado sólo debilidad, ridiculez, estupidez. Sentí utilidad en mis pasiones bajas, en mis abismos, en mis terrenos inhóspitos y desérticos, sentía que mis oscuridades podían florecer con esta sabiduría.

Me abandoné.

En ese momento dos personas me sostuvieron, abrieron mis brazos y me contuvieron, quedé inmóvil. El anciano tomó un hacha, se acercó y la clavó en mi pecho. Me partió. Grité como loco. Podía escuchar los cánticos de la multitud, cantos espantosos, ruidos enormes, no les puedo describir cómo eran, solo los recuerdo como los truenos escandalosos de una tormenta impresionante y mi dolor, impresionante, un dolor de holocausto, de almas perdidas, de muchos muertos... El anciano levantó sus manos e invocó a LO QUE NOS RODEA:
-Recibe este dolor, este bautizo en sangre y carne. Toma este ser de dolores y enséñale cuanto me has enseñado.

En ese momento se acercó y con su mano sacó el hacha y me sanó. Me advirtió que jamás quitaría la cicatriz, que recordara ese dolor, y que a partir de ese momento mi vida se había partido en dos.

-Ya no serás llamado como lo solías ser. Tu nuevo nombre es TEMPLO. Serás visitado por 10 semanas por mi y otros maestros. Y te daré a gustar cosas que nadie ha probado, verás cosas que nadie ha visto, escucharás cosas que nadie ha escuchado. Luego, si estás preparado, te encontrarás con LO QUE NOS RODEA. Pero no estarás solo en este camino de aprendizaje...alguien acompañará este caminar...

En ese momento entre la multitud apareció ella. La mujer del sueño… era mucho más hermosa ... su nombre me fue revelado: Soledad y Silencio.

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*Leer Una Extraña Revelación Parte I

*Leer Una Extraña Revelación Parte II.