martes, septiembre 26, 2006

Días sin número

"El olvido no es una victoria ni sobre el mal,
ni sobre nada, es una forma velada de burlarse de la historia.
Para eso esta la memoria que se abre de par en par
en busca de algun lugar que devuelva lo perdido.
No olvida el que finge olvido
olvida el que puede olvidar...."
Benedetti


Los días soleados me traen el recuerdo de una calle caminando a tu lado. Traen a mi mente esos días en que respiraba tu aliento, en que dormida en mi cama me mostrabas tus sueños, y me dejabas espiar en tu mente, me contabas historias llenas de tus fantasías, de tus personajes cercanos, de tus miedos recurrentes, y me dejabas curarlos cubriéndote de besos. Tengo mil trescientos cuarenta y cinco recuerdos de tus susurros tímidos, de tu cabello liso, de tus promesas de amor. Me acuerdo de brisas calmadas, de días de pocas preocupaciones, de días saludables tomados de la mano, de las esperanzas con que llenaste mi calendario, de los planes en los que tu eras mi maestra y yo tu aprendiz.

Hace años no se de tí, estos días de ausencia jamás los planeamos, nunca supimos que llegaría el momento de no saber más del otro, jamás pensé que casi muero y tu jamás te enterarías, que vencería algunos miedos estando solo y tu no estarías aquí para verme ganar, como lo habíamos soñado, como lo prometimos en los días cálidos de playa, en el atardecer de los besos, en el ocaso de las caricas, cuando mirabamos al sol sin parpadear, porque estabamos limpios, purificados de los males de la tierra por amarnos tanto, cuando hicimos las paces con nuestras culpas y con nuestro pasado cada vez que nos hacíamos el amor, cuando derrotamos a los monstruos ancestrales con solo mirarlos a los ojos.

El mar, el viento, el sol, la arena, tu y yo, en días sin número, que aún existen, que aún se suceden en lugares de mi mismo. Aún presente tu, aún viva, aún radiante, suspendida en un espacio sin tiempo, donde aún me sonries, aún me amas, aún jugamos como niños, donde aún somos jovenes, donde aún me dices al oido que siempre estarás conmigo, tal y como estás ahora, en este preciso instante de letras desordenadas y lágrimas contenidas a tu nombre.


miércoles, septiembre 13, 2006

A tus lágrimas


En medio de la noche, ella lloraba pensando en sus pasos perdidos, en sus días sin esperanza, en sus años gastados. Sus lágrimas eran un desvelo, un suspiro enorme, una fuerza de la naturaleza sin aliento, sumergida en un llanto sin descanso, en una agonía de desolación. Su lamento se levantaba hasta los cielos, gritando su agonía, su eterna soledad, su abandono. Y lo veía aparecer, lo veía abrazarla suave y dulcemente, veía su mirada profunda, atenta. Y lo extrañaba, anhelaba haber tenido más atardeceres al lado de la playa, más tormentas de alegría surcando sus labios, deseaba haber tenido más amaneceres entre sus brazos, más noches tranquilas pensando en su seguro amor.

A sus lágrimas escribo versos, a sus lágrimas derramadas tantas veces en mis hombros, a sus lindos ojos llenos de una esperanza de amor, que clama a la vida no morir sin ser amada hasta lo más profundo, que pide no esperar en vano, que pide perdonar por no ser capaz de dejar ir, de despojarse. A tus lágrimas de amor y de odio, a tus lágrimas que protestan los desengaños y las despedidas, a tus lágrimas que llenan de abundantes manantiales mi corazón, a tus ojos que esperan, a tus lágrimas que tantas veces quisiera ver sonreir. Para ti estos versos de Claudio Baglioni.

Qué pudo ser sino invento de aleaciones, dentro el hierro derretido
de la luna cae uno de sus cuartos con un frío de mulato,
un viaje blanco, un sentir de pescadores,
agua seca en un gran cielo abstracto.

Quizás acaso una estela de cometa en un alba sin arrugas.
Como nubes lisas, alargadas, recostadas como bruma,
una bandada con un vértigo de peces,
luces negras, algas, noche oscura...

Seguro que tenía nervio de huracanes,
resoplar de alma profunda.
Entre vértebras de sal y olas el rugido de la espuma,
una cortina que me cubre con su encaje de sirena tibia, mujer rubia.

Seguro se murió sin aire en los pulmones, garra de cemento duro.
Mil estrellas lucen desveladas la morada de Neptuno,
no sabía que desvía el paso hacia las dunas
que atesoran huellas santas, puras.

Dónde Más Estoy?